sábado, 30 de octubre de 2010

República Dominicana impone restricciones en frontera tras el Cólera.


Los haitianos que cruzaban el viernes una porosa frontera hacia la vecina República Dominicana recibieron la orden de lavarse las manos y que mostraran pasaportes con visas mientras guardias fronterizos dominicanos con máscaras y guantes de plástico imponían las nuevas restricciones.

La escena estaba relativamente en calma, en marcado contraste con el caos normal en un día de mercado, cuando miles de comerciantes haitianos se abren paso a través de un puente binacional para llegar a un mercado al aire libre en la República Dominicana.

"Si no tiene pasaporte, no puede pasar'', dijo Junior Joeph, de 44 años, inspector haitiano, a una multitud de mercaderes haitianos que agitaban sus pasaportes en el portón de metal que lleva a la ciudad dominicana de Dajabón. ‘‘No somos nosotros. Son las autoridades dominicanas''.

Luego de un brote de cólera la semana pasada que ha dejado hasta ahora 330 haitianos muertos y 4,714 hospitalizados, las autoridades dominicanas comenzaron a cancelar algunos mercados fronterizos tradicionales y restringieron el acceso a otros. Anteriormente, no eran necesarios los documentos para asistir a los mercados, que se celebran los viernes y los lunes.

Pero un experto en salud cuestionó el viernes la efectividad de restringir el movimiento en la frontera entre los países.

El doctor Michel Thieren, alto funcionario de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Haití, dijo que restringir el movimiento tenía "muy poco'' impacto en la ruta de la epidemia.

"Todo lo que hace es crear una estigmatización y discriminación adicional entre las personas'', indicó Thieren. "Desde el punto de vista de un epidemiólogo, no hay fundamento en que la restricción del movimiento de las personas tenga impacto en la forma en que se difunde la epidemia''.

"Lo que es importante es tener buen cuidado, el manejo adecuado de cómo se transporta a los pacientes infectados y supervisar muy estrechamente el acceso a los centros de tratamiento del cólera o a los hospitales donde se trata a los pacientes en aislamiento''.

El estricto cumplimiento a lo largo de la frontera en Ouanaminthe no ha eliminado el cuadro usual de traficantes que pasan niños haitianos a la República Dominicana al hacerlos vadear el Río Massacre. Los traficantes a menudo les pagan sobornos a los guardias fronterizos del lado dominicano. El viernes, los niños chapoteaban y nadaban en el río.

Una investigación de El Nuevo Herald y The Miami Herald encontró que desde el terremoto del 12 de enero que dejó un estimado de 300,000 haitianos muertos, más de 7,000 niños han sido objetos de tráfico desde Haití hacia la República Dominicana. Los reporteros que visitan el cruce fronterizo han sido testigos de la entrega de dinero a los agentes fronterizos, el abierto contrabando de niños y los traficantes que incluso ofrecen vender niños para tener relaciones sexuales, cocinar o lavar ropa.

Julian Gil, miembro de las fuerzas de paz de la ONU que patrulla la frontera, indicó que había visto hasta 60 sospechosos de tráfico de inmigrantes cruzar el puente a Dajabón, pero que estaban solos.


Al menos un cruce fronterizo, Belladère, en la Llanura Central, permaneció cerrado el viernes. La región, junto al valle Artibonite, tiene la cifra más alta de casos confirmados de cólera, dijo el ministro de Salud de Haití.

"Las autoridades dominicanas de inmigración tienen derecho a pedir en cualquier momento a todo extranjero que entre al país que muestre la debida documentación'', declaró Max Antoine, director ejecutivo de desarrollo de fronteras para Haití. ‘‘Tenemos que mejorar las medidas sanitarias en ambos lados de la frontera. No podemos permitir que la isla entera se convierta en un campo de batalla contra el cólera.

Las autoridades de ambos países deben trabajar conjuntamente para prevenir que esto cruce la frontera''.

El embajador dominicano Rubén Silie Valdez dijo días atrás que la suspensión de los mercados de frontera tradicionales --como el que se celebra aquí, que fue cancelado el lunes-- es una medida de precaución para prevenir la propagación de la epidemia en su nación en su economía centrada en el turismo.

El lunes, la cancelación del mercado Ouanaminthe-Dajabón tomó por sorpresa a muchos haitianos, y provocó una pedrea en Dajabón. La policía antimotines hizo al menos tres disparos al aire y lanzó gases lacrimógenos.

Aunque la escena aquí estaba en calma el viernes, hubo explosiones de ira en Belladère luego que se impidió a algunos mercaderes haitianos que cruzaran a buscar su mercancía. Los artículos se dejaron en la República Dominicana días antes de que la frontera cerrara repentinamente.

"En Belladère, las cosas se van calmando'', dijo Antoine.

Antoine agregó que comprende la frustración de los mercaderes con respecto a la pérdida de ventas, pero que le preocupa más el fuerte impacto económico que la infección, transmitida por el agua, está teniendo en Haití, ya devastada por el terremoto. La semana pasada, creció el temor entre los haitianos de consumir pescado, mariscos y vegetales procedentes del valle Artibonite y de beber agua.

"Ellos creen que el pescado y los mariscos están contaminados. . . y los vegetales producidos en el valle Artibonite no se están vendiendo. Esto está creando un impacto negativo en la precaria situación económica de los campesinos, sin hablar del impacto sicológico a lo largo de la frontera, donde está creando pánico''.

En Ouanaminthe, los haitianos se quejaron de que se les está dificultando ganarse la vida, y de que están siendo estigmatizados. Los pasaportes no eran una garantía contra el cólera, aun cuando los médicos dominicanos entregaban a los visitantes volantes rojos, rosados y blancos en español y en creole sobre el cólera.

"Yo no sé qué es lo que tienen los dominicanos en contra nuestra'', declaró Belise Ciceron, comerciante de 30 años. ‘‘Estamos pasando mucho trabajo''.






















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