miércoles, 23 de febrero de 2011

Contando las horas


Libia.- A pesar de que Libia tiene del Índice de Desarrollo Humano, la Esperanza de Vida y el PIB más alto de África, tiene un 30% de desempleo y dos tercios de la población viviendo en pobreza, solo 1.2% de la tierra es cultivable y por eso importa el 75% de los alimentos. El petróleo constituye el 95% de sus exportaciones, haciendo de Libia el decimosegundo país más rico en este hidrocarburo. Italia, Alemania y Francia importaron más de la mitad del petróleo libio en 2010.

Gadafi, el dictador, se ve a sí mismo como Zaim (un líder, un gurú), y se llama ‘el rey de los reyes de África’. Sus excentricidades son bien conocidas. El llamado por Reagan “perro loco del Medio Oriente” pasó a ser llamado por Bush hijo: “una persona con personalidad y experiencia”.

A las ya conocidas protestas se ha respondido con varias estrategias: la contra-información, mercenarios y violencia. Sectores progubernamentales se lanzaron a las calles, gritando "¡Sacrificamos nuestra sangre y nuestras almas por ti, nuestro líder!". Son esos comités de la revolución, más los mercenarios traídos de países vecinos y los pocos militares leales, la última esperanza para el régimen.

La crisis tomó un nuevo giro cuando el régimen decidió usar aviones de combate para bombardear zonas populares. Fruto de la agresión militar contra la población renunció el ministro de justicia, Mustafá Abdul Jalil, y le siguió una lista que incluye embajadores, militares, asesores, ministros, etc. El Este del país ya se considera liberado, mientras en la capital empieza la escasez de víveres.

Uno de los problemas es la inexistencia de figuras públicas y/o de organizaciones que sean diferentes a Gadafi o a sus círculos de poder. Sería tal vez el ejército el llamado a dirigir la transición, pero la división entre las filas militares, la presencia de mercenarios y la radicalidad de Gadafi pueden desembocar en una guerra civil, tal como lo amenazó el hijo del dictador. A esto se suma la división por tribus que sobrevive en la cotidianidad libia, y el llamado que hizo a los comités de la revolución a tomar las armas.

Las áreas claves del Gobierno (defensa, asuntos exteriores y seguridad) siguen todavía, aunque con algunas deserciones, en las manos de Gadafi. El pacifismo funciona frente a regímenes que acepten la voluntad popular, pero este parece que no es el caso de Libia. Gadafi está listo a matar o a morir, así lo dijo en su discurso, afirmó estar listo a morir como mártir, llamó a la población que le sigue a limpiar Libia casa por casa, y citó como ejemplo la matanza de la Plaza de Tiananmen (en China). Gadafi no es Mubarak.

Hay tres preguntas que quedan esperando respuesta: ¿cuándo caerá? ¿Qué hará antes de caer? ¿Cómo se llenará el vacío de poder? Ya ordenó liberar presos acusados de radicalismo musulmán. Es posible que en un acto de desespero, sabotee su fuente de riqueza: las instalaciones petroleras, con el fin de castigar al mundo por sus propios crímenes. Como diciendo: escojan entre el caos o yo. Este viernes, como los viernes que han precedido las caídas de los regímenes de Túnez y de Egipto, el llamado a la oración y a la ira, podría ser el último de Gadafi.

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