martes, 1 de febrero de 2011

El fenómeno Hipólito Mejía


República Dominicana.- Para muchos analistas locales y más aún para los que siguen la vida dominicana desde el exterior, debe resultar difícil entender el fenómeno Hipólito Mejía, convertido en el más pujante aspirante presidencial para las elecciones del 2012, después de haber sido considerado un político en vía de jubilación, legalmente impedido para postularse de nuevo y con la más alta tasa de rechazo entre los líderes nacionales.

Todo parece indicar que se ha cumplido el vaticinio de Hipólito: “El Agua se aclara sola al paso de la corriente”. Seis años después de haber salido del poder satanizado por el impacto de la quiebra bancaria, la gestión de gobierno de Hipólito Mejía soporta ventajosamente la comparación con Leonel Fernández en cualquiera de los grandes temas que interesan al país: calidad del gasto público, educación, salud, energía, agua potable, producción nacional, seguridad ciudadana, deuda pública, lucha contra corrupción, balanza comercial, descentralización, institucionalidad, justicia y transparencia. Y por lo visto, el PRD y el país se han dado cuenta.

Con su grito de guerra “llegó Papá”, Hipólito ha reivindicado el orgullo partidario y los perredeístas saben que no tienen que quitarse la cachucha, apagar el jacho o esconder la bandera. Además, les ha devuelto el entusiasmo y la confianza en la victoria.

Para entender mejor la dimensión del fenómeno Hipólito conviene recordar cual era el posicionamiento que le atribuían las encuestas apenas unos meses antes de las elecciones del 2010, cuando Miguel Vargas se proyectaba como un candidato sin competencia en el PRD.

De acuerdo a una encuesta del Centro Económico del Cibao realizada del 14 al 17 de febrero del 2009, Miguel Vargas contaba en ese momento con el 87.2 por ciento de la preferencia de los perredeístas, seguido a mucha distancia por Enmanuel Esquea Guerrero con 6.3% y Ramón Alburquerque con 3.9%.

En la encuesta Gallup-Hoy del mes de julio del 2009, todavía miguel Vargas encabezaba ampliamente la carrera por la candidatura presidencial del PRD hacia el 2012. El 67% de la población adulta del país entendía que debía ser el candidato del PRD, pero entre los votantes que simpatizaban por el PRD esta proporción se elevaba a 89 de cada 100.

En segundo lugar aparecían el ex Presidente de la República Hipólito Mejía, con 6.4% y Luis Abinader en tercero, con 4.4%.

Sin embargo, un año después, según la encuesta realizada por la firma Gallup para el periódico Hoy y publicada el primero de julio del 2010, Vargas Maldonado había caído a un 31%, perdiendo más de la mitad de la preferencia que tenía un año antes, mientras que Hipólito había pasado del 6.4%, a un 31%, multiplicando por cinco su porcentaje anterior y logrando un empate entre ambos. En ese escenario Luis Abinader alcanzaba un 7%.

La última encuesta Gallup-Hoy, publicada a principios del mes de diciembre del 2010 refleja una mejoría en la posición de vargas respecto a Hipólito, aunque algunos analistas lo atribuyen al efecto coyuntural y momentáneo de la intervención quirúrgica a que fue sometido el ex presidente debido a una prostatitis, hecho que originó diversas especulaciones sobre la posibilidad de una afección fatal.

Poco después de esos resultados, se formalizó la alianza entre Hipólito Mejía y Luis Abinader, lo que contribuyó a reposicionar en el proceso ascendente al ex mandatario, tal como lo reflejaron los datos de la encuesta del Centro Económico del Cibao en el mes de enero del 2011, que lo colocaron 15 puntos por encima de Miguel Vargas.

El análisis político riguroso obliga a considerar muchas variables sobre las razones de este espectacular vuelco en el liderazgo en el PRD, incluyendo en primer plano los errores de campaña de Miguel Vargas en el 2008 y su ruptura con los símbolos y tradiciones del Partido, su estilo de tierra arrasada y cero concesión ante sus adversarios internos, su línea de oposición complaciente y de colaboración con Leonel Fernández en temas esenciales como la reforma constitucional, y su distanciamiento de los principios liberales que defendió José Francisco Peña Gómez para congraciarse con los sectores más conservadores, compitiendo por un espacio ya ocupado por el PLD y el Partido Reformista.

Pero mientras Miguel Vargas se entendía con Leonel y se peleaba con una parte de su partido, Hipólito Mejía trazaba una línea de oposición firme, se cuidaba de no confrontar a ningún sector del PRD, ni siquiera a sus principales detractores, y creaba las condiciones para hacer una alianza con el más importante líder emergente surgido dentro y fuera del PRD en los últimos años, como lo es el joven economista Luis Abinader.

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