miércoles, 7 de julio de 2010
España gana, pero se las vera con el conjunto de Holanda.
Una gozada. Una lección. Una exhibición. Un triunfo maravilloso que pone a España en el alféizar del título, que le coloca en su primera final, que le sitúa a un pasito de aquello con lo que siempre soñó esta hornada inigualable de futbolistas, de vencedores, de jugadores que desconocen el pavor, que se casan con la confianza y que completaron su partido más notable del campeonato en el momento justo. Y lo hicieron con un goleador inesperado, con un bote mayúsculo y hercúleo de Carles Puyol, que, en el remate de su vida, en el testarazo que le mete de lleno en el libro de grandes episodios del fútbol español, certificó una victoria enorme. Marcó Puyol a la salida de un córner, pero lo mereció todo el equipo en una actuación majestuosa, en la que la roja minimizó el temido poderío alemán, como en la Eurocopa, con su fútbol de autor y con un Pedro que se salió como se ha salido toda la temporada, aunque perdonó el segundo cuando no debió perdonar.
El domingo en Johannesburgo ante Holanda, a partir de las 20.30 horas, la selección tiene la cita final con la felicidad, el partido que determinará si completa una obra maestra o se queda a las puertas del cielo. Pero eso será el domingo. Primero que los jugadores disfruten, que saboreen, que paladeen estos momentos, como los paladearon sobre el césped. Con Puyol rodeado en una piña. Con el defensa del Barça en el centro de las miradas, repartiendo abrazos. Con Xavi pegando brincos de euforia. Con Villa saliendo a hombros de Reina y de Llorente. Justo premio a un recital. Final ganado con todo honor por la insistencia, por la paciencia, por el corazón. Por todo.
España toreo a los Nazis como nunca antes, pero los Germanes son únicos; se fueron con la frente en alto en el partido más reñido de esta Copa-Mundial. En el minutos 90 el tablero marcó 1-0.
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